SUEÑO DE UNA TIERRA

En sueños he visto una tierra,
una tierra atravesada,
atravesada por longevo rumor,
un murmullo transparente que habla.

A veces he soñado con una villa conquistada,
un lugar de corazón disuadido,
un lugar de ánimo seducido,
una villa por multitudes soñada.

Hay ocasiones que en mi sueño
veo la historia viva de una tierra,
una tierra que habla enmudeciendo,
callando en silencio su existencia
tal que real mausoleo.

Hace tiempo soñé con un pueblo
desde lo más alto gobernado,
gobernado desde el mismo cielo,
un cielo azul entregado y santo.

He soñado una villa,
una villa de espadas enarboladas,
enarboladas, guerreras y aguerridas,
manantial de sangre derramada.

Momentos hay en los que sueño,
sueño con una ciudad desconocida,
desconocida y cercana al alma,
socavada a fuego en mi retina.

En mi sueño he visto un paisaje,
un paisaje envuelto en arquitectura,
cultura pasada, presente y futura,
fiel testigo de gallardía andante.

Despierto y veo morir mi sueño, mi panacea.
Me desvelo y veo apagarse la sonrisa:
cuando despunta el alba,
cuando acontece el ocaso de la estrella,
cuando el cielo despierta
mi mente se rompe y se desata
en un último intento de frenar la despedida,
la despedida y el adiós a una tierra deseada,
tierra por pueblos prendida,
tierra por el Esla horadada,
tierra de historia enmudecida,
tierra por Torre y Virgen resguardada,
villa de Polvorosa Batalla,
corazón real de la indómita Castilla.

Y mientras mi mente el anhelo ahuyenta,
mientras la verdad se acerca con inquebrantable paso,
se posa en mí una mano cruel de niebla,
se evapora el Olimpo ancestral del benaventano,
se desvanece en mi ser villa serena,
paraíso terrenal,
inspiración del extraño.


Francisco Javier Cáceres Becerra
Lleida (La Bordeta)
20 de Agosto de 2001

Dedicado a la gente de vuestra web
Gracias

 

ODA

Cuánto me invade la añoranza,
y doy fe que la siento,
que desde que me tocó marchar
vivo pensando en ti, en el regreso,
y en la tristeza que me acuna
ahora que me hallo lejos.

Cuánto me duele y enturbia mi calma
el tenerte tan adentro
y ver que mi mano no te alcanza,
por estar tan lejano mi cuerpo,
aun encontrándote tan cerca de mi entraña.

Cuánto te amo, ¡¡ay!! cuánto te sueño,
pues ni la escarcha de la distancia
ni la impaciencia del deseo
pudieron conseguir que te olvidara
sino echarte aún más de menos.

Cuánto daño el verte alejada,
enclaustrada en la más fiera Castilla,
enjaulada por mil maravillas,
liberada siempre por mano santa,
la de tu Virgen, tu patrona, la Veguilla.

Cuánto en mi cuerpo, corazón y mente
reflejo permanente has sido.
Tanto tiempo y no hay descuido:
que yo por ti muero,
que yo por ti vivo,
buena villa y mejor gente,
no te olvido, no me olvides,
te lo pido,
BENAVENTE.

Escrito por
Francisco Javier Cáceres Becerra
Lleida (La Bordeta)
20 de Junio de 2001

Dedicado a todos los benaventanos y,
en especial, a Nuria.

 


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