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Benavente está asentado junto al Éstula de los romanos,
hoy río Esla, límite hidrográfico que separaba a los pueblos vacceos
y a los astures.
De un lado, "los castros" o fortalezas que
servían de guarnición de fronteras y de puestos de defensa de calzadas.
Más tarde, serán castillos encomendados en la época visigoda a los señores
nobles, que dirigirán la agricultura en los "campos góticos"
antecesores de la hoy Tierra de Campos.
La Éstula "Esla" fue lugar de asentamiento
de pueblos celtas y más tarde lugar de estancia de agricultores y guerreros
romanos.
La calzada romana de Astúrica (Astorga) a Occelo Dauri
(Zamora), pasando por Benavente, se cruzaba con la calzada de Astorga
a Cesar Augusta (Zaragoza). De ahí la importancia estratégica de nuestra
situación geográfica. Podemos hacer referencia al tesoro de Arrabalde
y Sierra de Carpuria.
Tras la época romana llegará la dominación de los suevos,
que desde Galicia se internaron hacia la maragatería buscando el fervor
de las aguas trucheras del Tera.
Finalmente los Visigodos, con Leovigildo, aparecerán
en nuestra campiña intentando lograr la unidad nacional por primera
vez.
Entre tanto crecerá la agricultura de la zona y sin
concretar se llegará a la época, de la que no se tienen datos, de los
invasores africanos, los musulmanes.
Posteriormente, la primera noticia que tenemos es la
Batalla de la Polvorosa, en tiempos de la reconquista.
Podemos hablar de Fernando II respecto de Benavente,
como el generador de su grandeza. Asentó sus reales a nuestra ciudad
bastante tiempo y así al lado del rey, según eran costumbres, se encontraban
prelados y nobles. Desde aquí su política se lanzó a todo su reino como
nos lo indican los muchísimos documentos firmados por él en nuestra
ciudad. Muchos de estos manuscritos se pueden encontrar en el Archivo
Metropolitano de Oviedo.
Es en su reinado cuando se alzan dos de nuestros más
importantes monumentos: Santa María la Mayor y la iglesia de San Juan
del Mercado.
Momentos significativos para la comarca son: en 1050
el Concilio de Conyanza (hoy Valencia de Don Juan), en 1109 el Fuero
de Sahagún de Campos y su tierra ó el establecimiento en las proximidades
de Benavente de dos monasterios de la orden de San Bernardo, uno en
Granja de Moreruela (parcialmente reconstruido en la actualidad), y
otro en Santa Colomba de las Monjas. Mencionar también dos fueros de
Benavente, el primero firmado en 1164 que marca características propias
de los núcleos repoblados; y el otro en 1167.
Más tarde vendrán el Mercado Semanal y la Feria Anual,
motivo aglutinante de la comarca y razón del despegue de la vida artesana
y gremial, como podemos observar en las distintas zonas de la ciudad:
barrio de las Estameñas, calle de los Carros, calle Herreros, o la Sinoga
(sinagoga) barrio en esta época de la judería benaventana.
Podemos encontrar algunos documentos en la Catedral
de Oviedo donde se nombra al Archidiácono de Benavente, aunque más tarde
será Enrique III el que regulará las atribuciones de este cabildo eclesiástico.
Benavente pasó a ser ducado en tiempos del rey Enrique
II cuando nombró a su hijo bastardo D. Fadrique Duque de Benavente.
Así pasó nuestra ciudad a ser villa de señorío y viviendo los avatares
de su influyente señor, que rebelde murió solo, encarcelado y pobre
en Almodóvar del Río.
De esta forma pasó Benavente a la corona hasta que
con el tiempo fue donada al noble portugués Juan de Pimentel, con el
título de Condado. Benavente posteriormente se vió envuelta en reyertas
entre portugueses y españoles.
Al llegar la unidad nacional en tiempos de los Reyes
Católicos, los nobles pasan a estar en manos de los reyes y no al revés
como venía ocurriendo hasta el momento.
La comarca es un continuo pasar y repasar de tropas,
a causa de la guerra sucesoria de la casa Borbónica y la Austriaca.
Estos movimientos de tropas dificultan la vida ciudadana.
Se alzarán majestuosos los monasterios franciscanos
y dominicos, pasando algunos hijos de la villa a engrosar las glorias
misioneras de la Iglesia como Fray Toribio de Motolinía -franciscano-.
Más tarde, a partir de 1800, Benavente tendrá la desgracia
de vivir y padecer el paso de las invasiones francesas en la Guerra
de la Independencia.
"Ardieron cien casas, saquearon sus conventos
e iglesias y el maravilloso castillo de la familia de los Pimenteles,
unida a la no menos brillante de los Osunas, ardió como pira incendiada
por tanta barbarie".
El
emperador francés Napoleón Bonaparte pasó por Benavente tras las tropas
inglesas que se retiraban hacia Coruña y su general de caballería Lefébvre
Desnouettes fue derrotado al atreverse a adentrarse en la cuenca del
Esla sin la protección de su emperador.
Al llegar la mitad del siglo XIX la vida en la ciudad
se complica. A causa de la desamortización desaparecen de la villa tres
conventos religiosos masculinos en los cuales había estudios de alto
rango. Desaparece parte de la necesitada cultura pero se crea una nueva
escuela y con ella ya existen cuatro.
El 16 de septiembre de 1858, de regreso de Asturias
hacia la corte, pernocta en Benavente la reina Isabel II con su augusta
real familia.
"Tú Real Diadema espléndida por largos tiempo
ciñas y a nuestro tierno Príncipe su sien orne después. Tal es el voto
unánime de tus amantes niñas, que se honran como súbditas poniéndose
a tus pies".
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